ECHAR LOS DESEOS AL FUEGO
Echar los deseos al fuego
para que ardan,
se hagan humo,
se desvanezcan.
Siempre que busco en los deseos
me topo con una inmediatez de lucecitas tintineantes
que me distancian del eje del mundo.
Cacharros de todo tipo con ruedas,
con ruido, con botones,
con lucecitas tintineantes.
con lucecitas tintineantes.
Y de nuevo tengo que desnudarme,
dejar que el aire enfríe mi piel animal;
sentir el crepitar de la hierba
y el crujir de los terrones secos
bajo las plantas desnudas de mis pies;
el roce de la piel con la corteza del árbol;
el arañazo de la zarza.
De libertad esclavo.
Me vendo a la sobria austeridad del agavanzo.
Me socavo.
Echo los deseos al fuego
para que ardan,
se hagan humo,
prendan en las nubes si quieren.
Damian H. Cuesta